Estamos sobrepasando, en algunos casos, o acercándonos peligrosamente, en otros, a los «límites planetarios» que delimitan la capacidad de los sistemas humanos para utilizar los recursos naturales, siempre necesarios para el desarrollo y el bienestar de las sociedades.
Según los datos recogidos en la monografía del OSE “Retos para la Sostenibilidad: Camino a Río+20. Economía verde y refuerzo institucional para el desarrollo sostenible” el 60% de los recursos naturales mundiales se utiliza ya de forma insostenible o está al límite de sus posibilidades.
Actualmente la economía mundial consume alrededor de un 50% más de recursos naturales que hace 30 años. Una media de 60.000 millones de toneladas de materias primas al año, que podría aumentar hasta 100.000 millones de toneladas en 2030. Hay una clara desigualdad a nivel mundial, las personas de los países más ricos consumen hasta diez veces más recursos naturales que las que viven en los países más pobres.
Alrededor de 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con una escasez de agua absoluta en 2025 y dos tercios de las personas del mundo podrían verse afectadas por el estrés hídrico. Para 2025 se prevé que el uso del agua haya aumentado en un 50% en los países en desarrollo y en un 18% en el mundo desarrollado.
Para alimentar a la población mundial sin degradar ni contaminar más los suelos se debería invertir en el sector agrícola entre 100.000 y 300.000 millones de dólares anuales hasta 2050. La agricultura ecológica es clave, destacando en España, primer país dentro de la UE en superficie destinada a la agricultura ecológica con más de millón y medio de hectáreas, más del doble respecto al 2005.
Los evidentes progresos económicos y sociales de la humanidad en los dos últimos siglos han tenido como contrapartida un enorme coste ambiental para el planeta. Serán necesarios mayores esfuerzos para superar la lacra de la pobreza y facilitar un desarrollo sostenible para todos.
El aumento en la generación de residuos, tanto en cantidad (cada año se estima que se recogen 11.200 millones de toneladas de residuos urbanos en todo el mundo) como en peligrosidad, está generando una agresión contra el medio ambiente y la salud pública por lo que la gestión de los residuos, es y tiene que ser necesariamente una de las prioridades de las políticas ambientales y debe completarse con medidas adoptadas por los sectores productivos.
En 2050 es probable que se generen en el mundo más de 13.000 millones de toneladas de residuos municipales y de otro tipo: actualmente sólo se recupera o recicla el 25% de los residuos.
La transición hacia una economía verde podría hacer crecer la superficie forestal, que en la actualidad ocupa cerca de 4.000 millones de hectáreas, en más del 3% en 2020, 8% en 2030 y en más del 20% en 2050. España tiene un papel destacado, ya que es el país europeo donde más ha aumentado la superficie de bosques en las dos últimas décadas, en concreto 4,4 millones de hectáreas entre 1990 y 2005, casi 300.000 hectáreas por año.
Las diferencias son claras. Los países más avanzados disponen de mayores recursos tecnológicos y financieros, y mayores capacidades para plantear su estrategia de transición hacia una economía verde, y además, hacerlo con un coste relativamente bajo. Sin embargo, las economías en desarrollo estarán sometidas a mayores costos de transición y mayores dificultades de acoplamiento.
Por eso se reclama una transición justa un buen argumento para justificar una inversión importante para ayudar a los países en desarrollo y así lograr un mayor grado de desarrollo sostenible a nivel mundial.
